jueves, 30 de junio de 2016

DOMINACIÓN Y DESIGUALDAD.



La distribución internacional del Ingreso;

El decenio de los 70 fue pródigo en acontecimientos de excepcional importancia para la economía y la política mundiales.  El fenómeno de mayor significación en esos años fue y es la toma de conciencia de los países del llamado tercer mundo no sólo sobre su necesidad, sino también sobre su posibilidad concreta de lograr una distribución menos desigual, menos injusta, del ingreso generado por el trabajo de sus pueblos.  La tendencia histórica de la distribución del ingreso en el sistema capitalista se caracteriza por la ampliación continua de la brecha entre los rangos de ingreso real de los países industrializados y los de los países "especializados" en la exportación de productos primarios.   En otros términos: los países que adquirieron riqueza a través de un proceso histórico de acumulación sostenida se han hecho cada vez más ricos y los países que no han logrado "crecer hacia adentro", mediante la acumulación de su propio excedente han seguido siendo pobres en términos esenciales.  En 1.960,  por ejemplo, el ingreso por habitante, en promedio, del Tercer Mundo significaba un 11% del correspondiente a los países capitalistas industrializados tomados en conjunto; en 1.970 aquel ingreso sólo representó un 8% de éste.   Si ésta tendencia persistiera, para fines de siglo el ingreso promedio del tercer mundo significaría entre 1%  y  2%  del ingreso de los ricos.  Si el grado de subdesarrollo  -  o no desarrollo  -  se apreciara por la brecha de INGRESO, sería forzoso concluir que el Tercer Mundo, en un conjunto, se hunde cada vez en el subdesarrollo y que el desarrollo es privilegio exclusivo de un grupo limitado y cerrado de países dentro del sistema capitalista mundial.

Si el alto y creciente ingreso de los países ricos de Occidente - o del Norte, siempre en términos geoeconómicos o geopolíticos -  se originan totalmente dentro de sus fronteras nacionales, aún en el espacio económico circunscrto por el grupo privilegiado, el problema del reparto del ingreso a escala mundial tendría que plantearse en términos absolutos de cooperación internacional, de generosidad de los ricos para con los pobres, de ayuda,  en una palabra.  Sabemos que ello no es así.  Desde que el capitalismo tomó forma histórica como modo de producción hasta el presente ha demostrado ser un sistema de expansión, tanto interna como externa, con base en relaciones desiguales, de tal manera que un amplio sector del globo fue sujeto primero a una subyugación colonial directa y luego a una dominación neocolonial encubierta por la independencia política nacional.  En la etapa colonial - cuyo residuos están todavía en proceso de liquidación  -  los paises sometidos fueron despojados, por la fuerza, de sus recursos naturables agotables y explotada sin contemplación su fuerza de trabajo, hasta extremos de esclavitud y servidumbre.  Me asiste la convicción, susceptible de demostración histórica, de que ese despojo constituyó un considerable aporte al "gran impulso" de las económias dominantes hacia el desarrollo y  de que ese mismo despojo restó posibilidades de capitalización primigenia a los países dominados.  En la etapa neocolonial -que comprende diferentes fases de evolución -  Los canales y procedimientos de sustracción de recursos a los países que alcanzaron su independencia nacional, por parte de los que siguieron siendo dominantes y de los que posteriormente se agregaron al club de los poderosos privilegiados - principalmente los Estados Unidos - , consistieron en el intercambio no equivalente y el monopolio de las inversiones en los sectores exportadores de los países dependientes.  Mediante el intercambio no equivalente -  fundamentado en la mayor tasa de explotación de la fuerza de trabajo de los países exportadores primarios,  en relación con la prevaleciente en los países capitalistas industrializados.  Se transfiere ingreso real de unos a otros países.  La expresión instrumental de este tipo de intercambio es la denominada relación neta o real de intercambio, es decir, una relación de precios de mercancías objeto de comercio exterior, que ha variado a través del tiempo en perjuicio de los países exportadores de materias primas y alimentos crudos, cuya principal fuente económica es esa exportación. Por ejemplo, en la década de los 60 el índice de la relación de intercambio, con base en el año 1963, igual a 100, disminuyó para los países no desarrollados de 102  a 101, mientras subió para los países desarrollados  de 98 a 104.

Las inversiones directas de los países capitalistas desarrollados en los no desarrollados se han aplicado al control, frecuentemente absoluto, de la economía básica de exportación de los últimos, extrayendo sistemáticamente sus recursos naturales agotables - minerales e hidrocarburos  - monopolizando las mejores tierras de cultivo, explotando la fuerza de trabajo de estos países mediante salarios reales apenas superiores a los de subsistencia y pagando impuestos y "regalías" irrisorios a los estados nacionales de los países así explotados.  Esta aplicación neocolonial de inversiones directas ha proporcionado a los países capitalistas dominantes  -  específicamente a sus concentraciones de poder económico privadas, las corporaciones transnacionales - enormes beneficios líquidos, que han contribuído y siguen contribuyendo, a la veloz acumulación de capital en esos países, mientras sustraen posibilidades y oportinidades de acumulación nacional a los países dependientes.  Por tanto, la dinámica de ingreso capitalista  se proyecta a escala mundial y el proceso de creación y distribución  del ingreso y la riqueza trasciende las fronteras del club de los poderosos privilegiados y se realiza en la totalidad del sistema, con la participación distinta de sus dos sectores desiguales:  el desarrollado  y el  no desarrollado.

El Siglo XX fue un período de crisis en su economía exportadora tradicional y por consecuencia, en su potencias de importación y el siempre inestable equilibrio de la balanza de pago.

La integración económica multinacional.

Entre las nuevas fórmulas de economía internacional diseñadas para superar los obstáculos al crecimiento económico de los países  "en vías de industrialización" hay que hacer referencia a la integración económica multinacional, orientada a la combinación de los mercados nacionales en un mercado de mayores dimensiones y posibilidades, a una mejor asignación de recursos productivos con base en especializaciones convenidas, a una política aduanera común, a una coordinación de la política económica social de los países participantes, a una cierta planificación supranacional en suma.  En América Latina se han ensayado acuerdos de integración:  La Asociación Latinoamericana de Libre Comercio  (ALALC), el Mercado Común Centroamericano: El Pacto Subregional Andino, con variado éxito;  pero en general, las expectativas han sido superiores a las realizaciones, hasta el presente.  En verdad, el comercio exterior entre los países miembros de los acuerdos integracionistas ha aumentado; pero la proporción determinante del intercambio de estos países se efectúa con los países industrializados, de manera que persiste en esencia el modo de integración impuesto por la expansión del capitalismo internacional, o sea la relación de dependencia del Tercer Mundo con respecto al sector capitalista desarrollado y persiste, en esa forma de integración, la vieja división del trabajo entre los exportadores primarios y los exportadores industriales.

Otra fórmula, impulsada por la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo  - UNCTAD, en siglas inglesas  -  es la penetración marginal del mercado de los países desarrollados por productos manufacturados y agropecuarios que no figuran en el comercio tradicional entre los dos componentes del sistema capitalista.  Esa penetración debe ser facilitada mediante concesiones arancelarias o equivalentes por partes de los países desarrollados, sin compensación o reciprocidad por parte de los no desarrollados.

No puede rechazarse global e indiscriminadamente la contribución de la inversión extranjera al crecimiento económico de los países jóvenes.  hay que distinguir entre inversión dominante o absorbente, que tiende a ocupar y controlar áreas estratégicas de la economía receptora,  para asegurar fuentes de materias primas y mercados neocoloniales para las potencias desarrolladas y obtener beneficios de esa explotación y aquella otra que se hace a título complementario, o cooperativo sin objetivo de control a través de la cual pueden obtenerse el concurso de tecnología extranjera adaptable al país y nuevas relaciones comerciales beneficiosas al desarrollo económico.

La etapa de la inversión neocolonial debe ser cancelada totalmente, por lesiva al desarrollo y soberanía de nuestros países.  Hay necesidad de establecer mecanismos de defensa de la soberanía económica nacional y de la cooperación internacional frente a la expansión de las transnacionales, cuyo objetivo es la maximización de la ganancia global a escala mundial, sin consideración de los intereses  nacionales, regionales, locales o internacionales que sean afectados por tal gestión.

La  integración  y las transnacionales


El éxito de un proceso de integración económica multinacional  -  como el perseguido por la ALALC o el acuerdo de Cartagena - depende de los mecanismos de defensa de los intereses genuinamente multinacionales envueltos en el proceso.  Esto revela una necesidad de permanente y trascendente vigilancia de la integridad de la integración ante de los designios de aprovechamiento absorvente por parte de las corporaciones transnacionales.

La unificación de un mercado multinacional mediante la eliminación de barreras aduaneras directas e indirectas entre los países participantes -  lo que constituye la primera etapa de la integración  -  y la consecuente creación de ventajas de mayor escala y de multiplicación de alternativas de localización industrial, tienden a favorecer a las empresas transnacionales, en primer lugar a las ya establecidas en alguno o varios países de la región, al permitirles una gama de operaciones más vasta y rica en posibilidades.  Ninguna o muy pocas empresas nacionales de los países participantes están en capacidad comparable a las transnacionales para aprovechar, por lo menos en una primera etapa, aquellas ventajas y posibilidades.

Desde luego, el proyecto de integración diseñado en los acuerdos y resoluciones tomados por los órganos autorizados del grupo multinacional que pretende integrarse, incluye disposiciones que se orientan en el sentido de proteger la empresa, el Capital, de Trabajo y la Producción auténticamente originarios de los países integrantes y de estimular su cooperación a escala del grupo; pero la dinámica económica real frecuentemente frustra, entorpece o deja sin efecto tales prevenciones, imponiéndose de uno u otro modo la operación de las transnacionales.  Esto es particularmente cierto a la luz de la experiencia de la ALALC,  bajo cuya égida, lejos de disminuir,  la significación e influencia de la gran inversión extranjera han aumentado.

Lo ideal sería que estas multinacionales andinas o latinoamericanas se constituyeran con aportaciones de empresas del sector público de los países participantes, para limitar en lo posible la filtración de intereses - velados o encubiertos  -  de las transnacionales ya que siempre existen fórmulas o mecanismos irregulares para burlar las disposiciones reguladoras de la participación extranjera.  Las multinacionales genuinas de la subregión o de amplitud latinoamericana pueden desempeñar una función muy importante y eficaz en la promoción y el desarrollo de economías de escala en industrias básicas y de transformación, principalmente en la esfera del aprovechamiento de los recursos naturales de nuestros países, rescatándolos del dominio del capital extranjero o impidiendo el acceso de éste a los que aún están bajo reserva nacional.

La investigación de las causas por las cuales los países subdesarrollados han sido incapaces de alcanzar el desarrollo, ha puesto de relieve la existencia de un modo de comportamiento de estos países, según el cual sus normas esenciales en lo económico, social y cultural guardan una relación funcional de dependencia con el desenvolvimiento del capitalismo iternacional y en especial, con el de los centros más avanzados y poderosos del sistema.  No se trata, simplemente, de los vínculos de comercio, inversiones, financiamiento y tecnología, sino de una relación compleja, múltiple, global, determinante de las características y la evolución de las economías no desarrolladas registran, de tal manera que su crecimiento ha sido inadecuado para transformarse en desarrollo y por ello permanecen en una situación de insuficiencia, de incompetencia, de rezago con respecto a algún patrón normativo de progreso.  La dependencia se manifiesta como una condición limitante del impulso orientado al desarrollo.

La inversión Internacional.

Parte del Financiamiento externo administrado por los países capitalistas desarrollados se canaliza a través de instituciones internacionales, entre los cuales cabe destacar;el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento  (BIRF más conocido como Banco Mundial) y el Banco Interamericano de Desarrollo BID.  Convencionalmente se denomina inversión internacional institucional o multilateral el tipo de colocación que hacen los organismos oficiales internacionales de financiamiento.   

Estados Unidos es, por supuesto, el accionista con mayor número de acciones del BM y el BID y por tanto, su influencia en las decisiones de ambos institutos es muy considerable.  Si a esa posición se agrega la circunstancia de que una importante corriente de fondos para colocaciones de dichos bancos procede del mercado de capitales en los Estados Unidos, puede explicarse la fuerza de la representación de ese país en las decisiones de tales organismos y en especial de la orientación de los préstamos e inversiones, tanto en la distribución por países como por campos concretos de aplicación de los fondos.  Debe considerarse, además que otros paises capitalistas desarrollados son accionistas y provisores de fondos para el BIRF y el BID, por lo que la política de colocaciones de éstos, en términos sustanciales, obedece al conjunto de intereses estructurales y coyunturales de esos países. El BID, organismo multilateral que tiene por objeto financiar el desarrollo del Tercer Mundo Americano, dedica el 24% de sus préstamos a la agricultura, el 40% a la infraestructura económica (electricidad, transporte y telecomunicaciones), el 14%  a la industria y la minería, el 10% a la infraestructura social y el residuo a estudios de preinversión, financiamiento de exportaciones y turismo.

No obstante estas observaciones, puede señalarse que el financiamiento a través de los organismos denominados multilaterales es menos inconveniente que el financiamiento privado directo, desde el punto de vista de los riesgos de exacción económica y dependencia.  Cabe hacer notar, por último, que los dirigentes de esas instituciones tienen mucho interés en limitar la intervención del Estado en la vida económica y en fomentar la iniciativa privada, con énfasis en la apertura al capital extranjero.

El progreso técnico intensivo de postguerra exige considerables inversiones.

Antología del pensamiento económico y social de América Latina.
LA  DOMINACIÓN Y LA DESIGUALDAD.
D.F.  MAZA ZAVALA



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