Así el hombre vulgar se encumbra
únicamente porque el noble lo considera inofensivo y le otorga poder. Si se lo enfrentara desde un primer comienzo,
no podría llegar a tener influencia jamás.
Así un recíproco acudir al
encuentro entre los principios predestinados el uno para el otro y dependientes
el uno del otro, es necesario. Sólo que
debe permanecer libre de segundas intenciones impuras, pues si no engendrará el
mal.
El gobernante se mantiene lejos
del pueblo, pero lo moviliza mediante sus órdenes y las manifestaciones de su
voluntad.
Cuando Subrepticiamente se ha
entrometido un elemento inferior, es necesario ponerle de inmediato y con
energía.
Al lograr frenarlo de una manera
consecuente podrán evitarse efectos malignos.
Si se le deja curso libre, sobrevendrá ciertamente la desgracia. No debe uno dejarse seducir y tomar a la
ligera aquello que furtivamente se va introduciendo, por considerarlo de poca
monta. Mientras un cerdo (pertenece al
agua) es todavía joven y flaco no podrá alborotar gran cosa, pero una vez que
haya devorado lo suficiente como para saciarse y fortalecerse cobrará vigencia su
verdadera naturaleza, si con anterioridad no se le han puesto las debidas restricciones. Es el metal con cuya ayuda el carruaje debe
ser frenado abajo. Este freno trae
ventura, pues corresponde a la verdad de que lo débil, incapaz de guiarse por
sí mismo debe ser conducido. Si uno lo deja hacer, sufrirá desgracia.
El noble se queda siempre allí donde
debe estar. El vulgar depende siempre de
un azar favorable. Aquí un ayudante fuerte y central se
encuentra con un regente fuerte, central y correcto; con ello se produce un
gran florecimiento, de modo que nada puede perjudicar a ese vulgar de
abajo.
Es por lo tanto un importante
tiempo, ese tiempo del encuentro de lo luminoso con lo oscuro.
Hay alguien que actúa, pero sus
acciones no son comprendidas por los hombres comunes. Esto no tiene gran importancia con respecto a
las masas. Comprendan ellos o no los
actos del sabio que gobierna: tales actos redundarán en su beneficio. Mas para un hombre superior algo así es
humillante. Éste no ha de contentarse
con una necia e irreflexiva contemplación de los influjos reinantes. Deberá contemplarlos y tratar de
comprenderlos en sus nexos y relaciones.
Clutupuvus,
Claudia Tatiana Palacio Vasco.
TP – 07362 - De
Ministerio de Desarrollo Económico.
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